Crónica de Miércoles

Tomé un taxi porque estaba llegando tarde al trabajo. Le pedí que fuera por donde le viniera en gana y me comentó que hoy el día íba a estar complicado «por lo de las minas. No sé que quieren, cuando hace un paro un sindicato ahí sabés qué quiere pero con esto que quieren hacer no sé qué quieren.»  Le iba a contestar «están con el temita de que no las maten» pero seguramente el tipo detectaría mi cinismo y comenzaría un debate impropio de una charla de taxi. Supuse que siendo un hombre mayor estaba demasiado acostumbrado a cierta tradición falocéntrica como para darse cuenta.

Si hubiera estado más comprometido con el tema hubiera comenzado esa charla para intentar conocer todos los componentes íntimos del discurso de mi chófer de turno. Hubiera querido conocer si su discurso resultaba heteronormativo por resentimiento o porque no tenía más remedio. De haber hallado una familia nuclear, hubiera ahondado en la felicidad de «sus» mujeres. Si, hubiera usado el posesivo para referirme a las mujeres de su entorno. Lo hubiera encarado de ese modo para comprometerlo con «sus» felicidades y para tener la esperanza de que me escuche. Algunas personas escuchan con mayor facilidad «sus» palabras.

Durante el resto del día relojeé las redes sociales e interioricé cierta autocrítica. Entendí que llevaba mucho tiempo acostumbrado a tener ciertas ideas que no terminaban de cerrarme. Al hacer ciertos chistes, al ponerme la camiseta del machismo, olvidé que las actitudes tienen ecos. La indiferencia acomodaticia dejó rígidas ciertas nociones heredadas y, por vagancia intelectual, me volví un partícipe necesario del falocentrismo heteronormativo.  Sólo al escuchar la voz enojada de algunos compañeros de género ante la manifestación en si, similar pero distinta a la voz que rondaba mi cabeza, pude detectarla. La caricatura violenta y reaccionaria de algún que otro pelotudo me ayudó a ver el contenido de algunas de las ideas que estaba llevando yo mismo de un lado a otro sin darme cuenta.

Entiendo por qué se rechaza la crítica a los micromachismos y por qué generan tantas voces de disenso las comparaciones con violencias desmedidas. De repente mucho ciudadano modelo se halla juzgado, se siente partícipe de algo que encuentra horroroso y repele: La violencia física contra la mujer. Nada que un caballero se pueda permitir. El problema de fondo de los micromachismos son los ecos, los reflejos en los cuerpos existen y existen en demasía como para obviarlos. Las mujeres no son minoría y están entremezcladas con nosotros en interdependencia socioeconómica y recíproca, es decir, conviven con el discurso machista y deben convivir con él para subsistir. Deben entenderlo también, estén de acuerdo o no. No se pueden dar el lujo que nos damos nosotros, como hombres, de no entenderlas. Esta tiranía conceptual es intransferible y, por supuesto, desequilibra a cualquiera.

Asumiendo toda mi ignorancia y todo el aprendizaje que debía hacer, al entender que las raíces heteronormativas están muy hundidas en la estructura social que me circunda, llegué a casa y me puse a escribir esta nota. La tuve que escribir varias veces para depurar machismos entre líneas. Incluso se me ocurrió utilizar los textos más convincentes para señalar machismos carismáticos. Quizás lo vaya haciendo de a poco, mientras tanto, queda mucho por hacer.

 

Publicado por Lucas

Lucas Iranzi es egresado de la ENERC, escribió y dirigió tanto cortos de ficción como documentales. También guionó y produjo shows teatrales de escasa difusión. Escribe algo cercano a la crítica experimental y, a veces, trata de narrar en nochestranquilas.com. Tiene múltiples personalidades pero no partícipes de un desorden o, al menos, eso afirma él. Sin ir más lejos esto lo escribió él ¿Por qué usa la tercera persona? La verdad: No lo sé.

4 comentarios sobre “Crónica de Miércoles

      1. Para ser más específico simplemente voy a copiar esa penúltima frase, y propongo que vos mismo descubras la redundancia…
        «Incluso se me ocurrió utilizar los textos más convincentes que se me ocurrieron para señalar machismos carismáticos.»

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